lunes, 23 de agosto de 2010

Amor en tiempos de huelga...


Ojos almendrados, cabellera larga y espesa, porte desenfadado, limpio. Pese a su aspecto juvenil despreocupado en el vestir, siempre olió bien.



Lo recuerdo más con aquella playera negra que le llegaba hasta las rodillas y que traía una calaverita multicolor con la palabra "Guanajuato" bordada a mitad del pecho.



Era mi hippie favorito.



Cuando entré a la preparatoria, Alejandro fue el primero que me llamó la atención y al que, por supuesto, jamás le gusté. Hasta donde sé, jamás fue así.



Con dentadura que aparentaba aún ser de leche, siempre tuvo una sonrisa blanca para mí. Nos conocimos echando una reta de básquetbol en las canchas que estaban en la parte trasera del estacionamiento de la escuela.



Tiempo siguiente me dio tips para no ser presa de las novatadas clásicas a los de primer ingreso en la UNAM. Compartíamos de vez en cuando algunas impresiones de Nietzsche (al que sigo considerando contradictorio en muchos de sus argumentos), intercambiábamos puntos de vista sobre la revolución, el movimiento estudiantil de 1968 ("clásica conversación entre estudiantes de escuelas públicas", dirán algunos) y pasajes de la vida de Monsiváis.



Debo admitir que nunca fueron conversaciones polémicas como las que a ambos siempre nos gustaron, pero nos divertíamos teniéndolas.



"Quiero estudiar filosofía", me contaba. No sé por qué nunca fue algo que me sorprendiera. Tal vez por ese tonto prejuicio que tenemos los seres humanos de calificar a las personas por su aspecto físico o su manera de vestir. Aunque sí, le atiné.



Hablábamos poco. Mi temblor en las rodillas, mismo que sólo se presenta cuando alguien verdaderamente me trae babeando las aceras, no me dejaba controlar el impulso de quererme lanzar a sus brazos así que procuraba tener el menor contacto posible y sólo verlo de lejos. Tonta.



Era 1999. El año de la huelga nos tenía descontrolados a todos. Elda y yo procurábamos estar al tanto de lo que pasaba con los asuntos políticos que inmiscuían a nuestra Universidad así que decidimos integrarnos al Consejo General de Huelga para conocer desde adentro todas las causas por las que nuestros compañeros universitarios luchaban intensamente (y algunas veces, debo también decirlo, sin justificación alguna).



De sobra está mencionarlo, pero en cada una de las marchas que se organizaban, Elda y yo estábamos presentes. Ahi conocimos a Miguel, de medidas exactas para nuestra pequeña corpulencia. Alto, moreno, estilizado, de rizos azabaches y sonrisa tremendamente perfecta. Vestía como guerrillero: pantalón y botas militares, chaqueta verde botella y playeras negras con leyendas o imágenes políticas.



A ella le gustaba más que a mi. Yo sólo tenía ojos para Alejandro.



Él también estaba metido en el movimiento así que el contacto era más frecuente que el de antes, aunque seguía con esa vergüenza que hasta la fecha me caracteriza. Prefería verlo de lejos, siempre.



Diez de marzo de 1999. Un mes antes de que estallara la huelga en la Universidad, comenzaron a organizarse subastas de besos. Una tontería que a muchos nos relajaba, por lo menos un par de horas.



Aquella vez, habían pasado especies de todos tipos. Altos, bajos, delgados, gordos, morenos, apiñonados. En ese mismo orden, todos (y todas, aunque la euforia femenina por la renta de hombres era más que la demanda de hombres por mujeres) se fueron con su premio.



"Un beso y todo un día de esclavitud, en beneficio, obviamente, del comprador (a)". ¡Vaya calamidad! Las autoridades de la escuela permitieron que se llevaran a cabo estas clandestinas maneras de comercializar gente siempre y cuando "no saliéramos a hacer disturbios a las calles aledañas a la escuela".



En esa primera subasta yo no podía estar en otro lugar sino en tercera fila, siempre pendiente de todo pero pasando desapercibida, tal y como me gusta, sin robar cámara más que cuando así sea necesario. Los reflectores para quienes los necesitan, yo no.



Habían pasado jóvenes guapos, los más cotizados de la preparatoria, justo para que la moneda no se agotara en chucherías que se vendían durante el evento. De pronto, cayó en un letargo y los rayos del sol estaban pesando sobre las cabezas de la muchachada que se dio cita en el lagartijero, llamado así porque era la única zona de la escuela en la que pegaba el sol.



De pronto, entre el aburrimiento y mi ensoñación, se escucharon gritos de chamacas eufóricas. Volteé para todos lados, tratando de descifrar el por qué de la gritadera. Y sí, Alejandro era el centro de las miradas. Pocas veces lo había observado de esa manera: apenado, con las mejillas enrojecidas, con la mirada perdida. Eso sí, la dentadura blancuzca a todo lo que daba.



Era el más atractivo de los huelguistas. Al menos para mí y para la bola de mujeres que gritaban como desquiciadas así lo era. Lo es.



"¡Comenzamos con diez pesos!" aseveró el subastador.



"¡Veinte!" Se escuchó por allá.



"¡Cincuenta!" ¡Huevos! -pensé- ¡Esa gorda lo besará y yo no!



"¡Cincuenta a la una! ¡Cincuenta a las dos! ¡Cincuenta a las...



"¡Setenta!" justo detrás de mí salió esa oferta.



En cuanto giré la cabeza, me di cuenta que Elda, Cristina, Elizabeth y Viridiana juntaban sus moneditas de la semana para intercambiarlas por un beso y un día de esclavitud... para mí...



Sin que me hicieran caso, sin que oyeran cuando les decía que no podía comprarlo porque lo conocía, porque le hablaba, porque me gustaba... me lo regalaron.



"¡Setenta a la una! ¡Setenta a las dos! ¡Setenta a las tres! ¡Vendido a las de la morralla!" gritó el vendedor.



¡Dios santo! ¡Es para mí! ¡Huevos, huevos, huevos! ¡No puedo levantarme para hacer tal ridículo enfrente de todos! ¿Cómo voy a justificar mi accionar luego de indicar que era demasiado bajo pagar para que alguien te besara?



Aún así tuve las agallas de levantarme y de plantarme frente a él. Cuando se dio cuenta que era yo, sólo esbozó una sonrisa de agradecimiento por salvarlo de ser besado por aquella chica pasada de flautas.



Puede que esos diez segundos hayan sido escasos para algunos, irrelevantes para otros.



A mi me dejaron una huella que hasta la fecha mantengo con recelo en mi corazón. Alejandro fue uno de esos amores imposibles que te dejan marcado.



Justo el viernes, entre mi poca lucidez para darme cuenta que a quien quiero no me quiere (otra vez) envié un mensaje para que alguien me sacara de ese hoyo en el que ando metida desde hace medio año.



-Necesito una chelita. ¿Tienes algo para hoy?

-Eje Central Lázaro Cárdenas...

-Ubícame por estaciones del metro. Estoy en Barranca del Muerto.

-Metro Obrera. Me llamas.

-¿Me darás asilo? En media hora salgo para allá.



Alejandro, de nueva cuenta, sacándome de mi letargo. Once años después...

14 comentarios:

la MaLquEridA dijo...

Hoy, esas amigas ya no existen.

Hoy ya no lo tienes que comprar.

Hoy puede ser para ti si tu quieres... digo yo.


Te quiero un chingo y dos montones.

Unknown dijo...

Alejandro tambien se llama porque creo que aun vive el chavo que me gusto toda la prepa, a diferencia tuya no hubo subasta y no pude saber como besaba y nunca me atrevi a decirle nada, solo fuimos compañeros de clases aunque los ultimos dos semestres estuvimos juntos por lo de la especialidad, pero de verlo en el salon y regresarme aveces con el no paso.

Despues me entere que no le gustaba mas que como amiga.

Saludos y es un gusto leerte de nuevo.

p.d. verás que te ira muy bien ahora que vives sola, almenos vives en la misma ciudad que tu familia, la mia esta un poquito lejos. (3800km.)

Mafalda dijo...

QUE CHINGONA LA ACCION DE TUS AMIGAS...

QUE CHINGON EL RECUERDO

QUE CHINGON QUE SIGA PRESENTE EN TU VIDA..

QUE CHINGON QUE YA NO TENGAS QUE PAGAR...

QUE ESTAS ESPERANDO PARA TOMARLO?

misojoslloraronhastadoler dijo...

Disfrute mucho leer esto,recorde a mi amor de prepa,aquel que tampoco me considero mas que una amiga,su carnalita...como el me decia,igual el era del consejo estudiantil,por el que todas las chavas morian...en fin que padre historia y mas padre que este de nuevo en tu vida,asi es que ponte buza caperuza.un beso.cuidate.

CállateTú dijo...

Nel pastel, má.

No puede ser para mí aunque yo quiera, cuestión de enfoques ;)

Ely, es frustrante (supongo) no decir lo que sientes a quien quieres. Ese problema nunca lo he tenido porque todo aquel al que quise (tres personas) lo han sabido. ¡Pónte chida!

Mafalda, todo re chingón jaja, no puedo hacer nada ya, igual y sí me hubiera aplicado antes otro gallo hubiese cantado ;)

Tusojoslloraronhastadoler, horrible cuando sólo te consideran amiga, pero eso es al principio, ya después te acostumbras jaja. ¡Beso a Génesis!

Jesús Estrada Sánchez dijo...

Your friends are precious, don't lose them!

CállateTú dijo...

¡Seveeeeeeeen!

Gustazo tenerle de nuevo por acá...

Hago todo por no perderlos... Pero hay algunos que se empeñan en no quedarse conmigo, buuu...

.. Âtipik Fräulein.. dijo...

Hay linda, la verdad que ojala y si te pudieras quedar con el, pero bueno al menos tus amigas te hicieron el paro, y un lindo beso recibiste.

CállateTú dijo...

¡Atípica, no maaa!

¡Qué lindo es reencontrarse con gente que me leía antes!

Aqui entre nos... es el mejor beso que he recibido en mi vida y eso que no llevaba amor, de su parte, claro ;)

NTQVCA dijo...

Siamesita, deseo que todo salga bien para tí!

CállateTú dijo...

¡Te quiero, siamesa! Chido que andes de vuelta también ;)

Anónimo dijo...

wof q bonito! las amistades!! siempre haciendo sonreir a uno :)!!
y los Amores como imposibles o casi, qdan en el recuerdo siempre
saludos!!
lindo blog :)

CállateTú dijo...

Brekiaz, los amores imposibles a veces te dejan mejores recuerdos que los que sí se hicieron posibles.

Cheers!

Unknown dijo...

O tiempo después terminan siendo posibles, ¿quién dijo que lo posible y lo imposible son eternos?