jueves, 28 de enero de 2010

Regrésenmela...

Apenas la estaba escuchando el viernes... Y creo que lo dije en voz alta: "A mí nunca me ha dado consejos." Y es verdad, nunca me los ha dado, supongo que por eso arde el escuchar que a los demás les otorgue siquiera un poco de su tiempo, el cual por cierto, se ha vuelto cada día más escaso.

Lo único que obtenía de mamá cada que le decía algo que me pasaba era: "Tú tienes la culpa, confías en cualquiera que se te ponga enfrente."

Yo siempre me lo reproché. Mamá tiene razón, confío demasiado y por eso me ven la cara de pendeja. No sé distinguir entre el bien y el mal, debo hacerle caso. Tal vez también por eso no quiera saber nada de mis amigos ni de lo que hago con ellos, tal vez por eso les ha tomado odio y se expresa mal de ellos.

A partir de ahi decidí no agobiarla con mis problemas de adolescente. Y yo sólo he tenido una adolescencia, no más. Sólo se tiene una, como la propia vida.

Se lo reiteré... No te cuento nada porque no quiero que me salgas con lo de siempre: "Tú tienes la culpa..."

Si de falta de consejos escribo debo afirmar también que pocos te quieros hubo entre nosotras. Más de ella hacía mí. Ahora no ha sido fácil robárselos tampoco... ahora los mismos abrazos me siguen costando ruegos.

Desde pequeña celaba a mami... No podía soportar que conmigo no hubiera cariños y que Jaz, mi primita, sólo llegara y le robara una sonrisa, una caricia. Esas se suponen que eran para mí y para nadie más. Si no me las daba a mi que era su hija... ¿Porqué carajo a los demás sí? No lo entendía y sigo sin comprenderlo...

Veo que de un tiempo para acá ha sabido decirlo más seguido, pero lastimosamente no son para mí... ni para papá... ni para mi hermanito...

No quiero que deje de querer tampoco a papá por un ideal aunque eso se ha ido también acrecentando y no me gusta...

Eso siempre me ha herido y creo que en este momento, en el que estoy con el sentimiento a flor de piel, es que tomo mi post como un momento catártico...

He sido juzgada y no me gusta... He sido puesta en el estrado para que me miren y digan que soy la mala del cuento y tampoco me gusta...

Si me acusarán de proteger a lo que más amo en el mundo y sin pedir nunca retribución entonces bien puedo ser acusada las veces que sean.

Pero jamás podrá ser cuestionada la lealtad que tengo hacia los míos y el compromiso que tengo para con ellos desde que nací.

Quiero que me devuelvan a mi mamá, aunque los te quiero no me los diga ni pidiéndoselos a gritos... pero la quiero de nuevo aqui... aunque sea regañona, enojona, bipolar... Aunque no me hable por días, aunque me aviente de nuevo los juguetes para que los recoja sin chistar...

La extrañamos en casa... Te extrañamos en casa...

miércoles, 27 de enero de 2010

Frustración bailable.

En casa de papá siempre me han criticado por no levantarme a bailar en las fiestas organizadas por ellos, por no emocionarme cada que hacen un círculo para ver a algunos de los niños mover sus cortas piernas al ritmo de la música de moda (o de las salsas de moda, porque es lo único que escuchan, guácatelas).

Cierto, no me gusta bailar... Pero enfrente de ellos...

Siempre quise ser bailarina ó pero soy torpe para moverme.

Hasta para eso soy exigente, porque no podría ser una de esas nenas que salen en televisión nacional, me hubiera gustado ser de esas de performances o de algunos de esos cantantes internacionales, así, además de bailar, podría conocer muchos lugares en el mundo, otra de las cosas que hasta el momento no he podido hacer tan seguido.

Entre mis gustos de adolescente, me aprendí la coreografía completa de cada una de las canciones de los Backstreet Boys y sinceramente no es algo que me avergüence, pero procuro no sacarlo a colación a menos que ya haya sido conquistada por el sabor de unas ricas cervezas. Grababa mis videos y luego de aprenderme el baile sentaba a mis papás para que me vieran bailar igualito que lo hacían ellos. ¡Bah!

Hasta me metí a un club de fans pensando en que algún día podría viajar para convertirme en bailarina de algún grupo o cantante importante.

Desde pequeña me gustó siempre Grease. Los diálogos me los sé de pé a pá y las coreografías también. Audicioné alguna vez para interpretar a Sandy en un montaje de preparatoria pero me mandaron a la shit con un "Sandy no era morena, nena."

Ya después Dancer in the Dark me volvió loca y cada que la veía mi imaginación volaba al cantar Björk, Cvalda.

Ahora escucho cierta música pero esa incompetencia para bailar me ha hecho permanecer sentada y quedarme con el ritmo dentro.


Sólo se ven moverse mis piecitos, esos que nunca han sabido quedarse pegaditos al suelo, quietecitos sin hacer ruido...


Ahora más que bailarina, parezco Beth Ditto la vocalista de The Gossip... I like it!


lunes, 18 de enero de 2010

Tengo miedo


Cada que tenía pescadillas (como coloquialmente llamo a las pesadillas, doh!) Miñín me metía termendos sustos con sus gritos y gemidos.


Siempre hemos compartido habitación. Me he caracterizado por tener el sueño ligero, con cualquier lucecita que sientan mis ojos al estar cerrados me despierto y me cuesta mucho trabajo volver a dormirme. Obvio que algún sonido provoca molestia.


De niños nos gustaba mucho ver Chucky y todo su serial. Cuando salíamos a jugar con nuestros amigos los dos nos poníamos como locos porque a ellos no les gustaba ver esas películas y les actuábamos. Interpretábamos esa escena última de la primera parte del muñeco asesino, en la que yo hacía de Catherine Hicks, mamá de Andy, dueño del muñeco y Miñín era Chucky.


Mi pequeño hermano se subía en mi espalda y yo me ponía toda freaky por querérmelo quitar para aventarlo a la chimenea y quemarlo. Pfff, la imaginación volaba.




Tiempo después, él no dejaba de tener pescadillas y cuando las tenía yo era la que pagaba.

Todo en silencio, comenzaba a respirar más rápido que lo de costumbre. Era entonces cuando mis ojitos se abrían y pensaba que habría escuchado mal; de repente venía lo fuerte. Comenzaba a gritar como poseído por el demon y yo no me aguantaba, también gritaba presa del miedo que me daba que el tonto tuviera pescadillas por ver sus tontas películas de terror a sabiendas que no me dejaría dormir.


Hasta que llegaban mamá y papá a rescatarnos era entonces que me sentía más tranquila, pero hasta ahí. En cuanto ellos se iban de nuevo a su recámara, Miñín se quedaba bien dormidote otra vez apenas su cabezota tocaba la almohada mientras yo no lograba conciliar el sueño y nomás pelaba ojo para que no se me apareciera Chucky.


Hace apenas quince días se me ocurrió ir al cine y ver Actividad Paranormal. La mitad de la película me la pasé con los ojos cerrados y obviamente el final no lo vi.


A Miñín se le ocurrió no "desperdiciar" su dinero y sí, le valió y compró su clon en un puesto cerca de la casa. "Yo la quiero ver y ya," me dijo.


Todo estaba dispuesto para que así lo hiciéramos. Esta vez no cerré el ojo pero apretaba fuertemente el brazo de mi papi para que me protegiera. No dejamos de gritar ni de escandalizarnos con el sonido tenebroso cada que el espíritu se hacía presente en la trama.


No mamar dijo malqueque panqueque cuando terminó la cinta. Todos andábamos con los ojos pelones y no nos queríamos mover, no vaya a ser que se nos apareciera una sombra intentándonos llevar al más allá.


Mamá quería que la acompañáramos a todos lados porque no quería andar sola por la casa... Nosotros tampoco...


Hoy... cuatrotreintadelamañana... Justo cuando me estaba bañando... ¡Tóngale, se fue la luz!


¡Diosito, te prometo que ya voy a creer en ti pero no me dejes tanto tiempo sin luz, no dejes que se me aparezca la Katie y me jale las patas, por favor!

jueves, 14 de enero de 2010

La vida en serie.

A veces, por ejemplo, me gustaría tener el carácter de Cristina. Quisiera ser decidida y no amedrentarme por nada ni dejar que los demás noten mis nervios aunque por dentro esté muriendo de miedo, de pavor.

Otras, tal vez como Donna. Eso sólo por el atuendo, lo demás sale sobrando cuando la actitud que tengo hace que me identifique con ella.


Pudiera ser también como Phoebe, quien se deja llevar por el viento y puede arrastrarla y aún así disfrutando.


En ocasiones pudiera disfrazarme de Rachel o Mónica para tener el buen gusto que muestran en sus atuendos.


Meredith e Izzie no podrían quedarse atrás. Míticas y femeninas por donde las quieras ver. Con amor por todos lados sin llegar al atosigamiento.


Como Penny, rodeada de nerds que la adoran y que se retroalimentan para seguir a cabo con su vida.


O bien podría comenzar mi propia serie con un personaje idéntico a mí. Con problemas como los de todos y con soluciones como las de todos.


Un personaje que además de eso, hiciera todo lo que a su alcance esté posible: tocar en una banda, preferiblemente la guitarra, andar con mezclilla acampanada y botas, usar sólo batitas a cuadros o lisas, tener el cabello suelto adornado con una cinta llena de flores alrededor de la cabeza.


Un personaje que para trasladarse sólo utilizara una bicicleta con llantas enormes, que mostrara anillos gigantes de plástico para decorar sus dedos, que mostrara que la felicidad sólo está en sus ojos, en sus largas pestañas.


Que viviera en un loft tipo colonial en el centro de la ciudad, en donde los amigos hicieran de cada noche una bohemia colectiva de la cual fuera difícil desprenderse.


Se llamará Laura, creo. Y comenzará a realizarse... Ya.





miércoles, 13 de enero de 2010

Si de pedir se trata...


Ansina nomás.


Nunca he creído en el poder de la mente. Corrijo: Nunca había creído en el poder de la mente.


Tendré que otorgarle el beneficio de la duda después de lo que me pasó hoy.


Cincoconcinco de la mañana. Sólo tuve qué cruzar los dedos, pensar en que si pensaba (sic) en ello ocurriría y tan sólo diezsegundosdespués ocurrió.


Gracias a mi mente y su poder, supongo, hoy me siento muy contenta y nadie me hará enojar.


Y de fondo, In my place.


Lástima que no pueda actuar, por más que el corazón me lo pida.


No importa. Hoy aprendí a que con sólo cruzar los dedos y pensar en lo más bonito del universo entonces puede ser que se cumpla.


¡Soy feliz como una lombriz en agua puerca!

lunes, 11 de enero de 2010

Es el amigo

Fue creo que hace dos años.


Me lo encontraba siempre, a la misma hora. Ambos abordábamos el mismo bus y era obvio que me gustaba.


Un día de esos en los que te levantas con valor y ánimo de cualquier cosa fue que me decidí.
Saqué de mi bolsa café una libreta con hojas a rayas y una pluma con figuras de vacas.


"No me conoces. Te he visto y tal vez un día de estos podamos compartir. Te dejo mi número por si algún día quieres conversar."


Antes de bajar del bus le di el papel y huí despavorida, con el corazón palpitando como si fuera colegiala.


Una semana después recibí un mensaje de Ricardo, invitándome a celebrar su cumpleaños con algunos amigos. Sin ánimos de salir decliné el convite, además, pensé que sería buena idea no decir sí a la primera; bueno, ya le había entregado el papel, más evidente no pude haber sido, pero supongo que también así se conoce a la gente, sólo que a estas alturas hasta una sonrisa causa desconfianza.


La falta de contacto causó mella y mi gusto fue disminuyendo. Como no se veía interés por parte de ninguno de los dos, opté por eliminar su teléfono de mi directorio.


Fue apenas, hace tres meses, que se puso en contacto conmigo reclamándome por no escribirle ni tirarle un lazo para saber cómo estaba.


Justo ahí, en la fiesta de compromiso de mi hermanito, que la vida dio un vuelco extraño, de esos que no te esperas.


Lo invité para convivir por primera vez. Después pensé que probablemente no era la mejor opción porque quienes estaban invitados eran familiares y amigos cercanos, pero ya estaba hecho.


"¿Puedo ir con un amigo? Es que no conozco a ninguno de tus invitados y no quiero estar solo."

Fue el primer mensaje que me envió. Accedí, uno más no pasaba nada.


"Oye... ¿Puedo llevar a otro amigo?"


Tráelo.


"Se me pegó una amiga, ¿qué hago?"


Ay, ya. Que sean cuatro, total, la cerveza es gratis y la mitad la auspicio yo así que va.


"Ya estoy aquí afuera, ¿Puedes salir por mí?"


Justito ahí. Salí y regresé diferente.


Unos ojos grandes y profundos me recibieron y no precisamente fueron los de Ricardo. Alto, no a lo que estoy acostumbrada, pero rebasaba mis estándares de medición.


Chamarra negra y pantalón de mezclilla claro, tenis blancos relucientes. Todo hacía juego menos la nena que lo acompañaba.


"Hola niña, mira, te presento a Alejandro, ella es Mónica y él es Jordi."

Alejandro, izquierda; Jordi, derecha.


Bah, el nombre era lo único (además de la morra) que no me gustaba: Jordi, Jordi, Jordi, uagh, sólo recordaba aquella canción que de niña escuchaba por todos lados: Dur dur d'etre bebe.


Sobra decir que respeto en demasía el que una persona que me guste tenga novia, es algo que traigo desde el inicio de los tiempos. ¿Te gusta? Ah, bueno, averigua primero si tiene algo con alguien, si no, entonces vas pa'lante. Si sí, te chingas y te esperas a que quede soltero. Filosofías que a veces me dan ganas de no tener.


Ricardo andaba duro y dale conmigo pero el gusto pasó rápido, en su momento me había gustado pero ahora ya era uno más para mí. Suena como es.


Después de ese día, Ricardo mandaba mensajes para saber qué estaba haciendo, si quería salir un rato pero entre el trabajo y las reuniones familiares ya no se hizo nada.


Quince días antes de este post, invité a mi malquerida y a mi hermanito al cine. Nos veríamos en la plaza con papá para ver la película que esa noche me tocó escoger a mí. Justo en la esquina, para abordar el taxi, lo vi de nuevo. Jordi iba cubierto de pies a cabeza y sólo se veían sus ojos, los asomaba entre un gorro y una bufanda.


Claro que nos vimos, pero no nos saludamos. Reaccioné tarde y sólo le dije a mi mamá que ese chico era el amigo de Ricardo. Ese que me gustó, má. "A ti te gustan todos" me dijo, como siempre tan sutil jeje.


La semana pasada, lo mismo. Salí de casa a las cincoconcinco de la mañana y me trepé a mi pequeño bus. Al lado de mí iba un muchachito con sudadera y gorro, bufanda que no dejaba ver su rostro.


Todo el camino se fue dormido, hasta diez minutos antes de que yo bajara. Se bajó la bufanda y de reojo pude verlo. Me hice tonta, para qué negarlo. Aunque la oscuridad de la madrugada no me dejó nunca constatar que sí era él.


Ayer, acurrucada en mi sillón, con mis perros y viendo una película sonó mi teléfono. Ricardo me preguntaba si quería salir con él a tomar algo. "Estoy cerca de tu casa ¿quieres venir con nosotros?"


El nosotros fue clave. Respondí al mensaje preguntando quién iba. "Sólo Jordi y yo."


Mi "vamos" fue inminente.


Una retocadita frente al espejo, una ensalivadita a las pestañas largas y ya, estaba lista.


Pasé una buena noche. Jordi, de veinte añitos (no hay conflicto), es buen conversador. "Te vi una vez en el bus, hasta te sentaste al lado mío. No te hablé porque cerraste tus ojos y yo los míos. Cuando desperté prácticamente ya ibas a bajar, pero sí te reconocí. Tambien aquella vez en que estabas con tu mamá esperando a alguien."


Para la otra dame un codazo, le contesté. No sé cómo pero le saqué su número telefónico. Le dije que algunas veces papá tomaba el auto y me llevaba hasta mi trabajo, así que si quería podríamos concederle un ride. Mentira, papá nunca me ha traído al trabajo a las 6 de la mañana.


En la plática trataba de averiguar cuánto tiempo llevaba con la nena. "Cinco meses." Me dijo. Ricardo, muy oportuno, aseguró que "lo trae bien cortito. A mí me choca porque también es mi amiga y para todo le anda llamando. ¿En dónde estás? ¿A qué hora llegas? ¿Qué estás haciendo? Además, se la pasan peleando, de todo pelean. No sé si es por su edad (19 años) pero siempre anda peleando con él".


¿Eso a mí de qué me sirve? Exacto, de nada.


Ahora me siento como una vil idiota porque me gusta y ya. Tiene novia y ya; aunque no sé si sean sus ojos profundos o mi afán de querer ver más allá de lo que es. Me veía diferente, eso sí, su mirada me fulminaba.


Conflictos insanos que parecen no tener fin en la evolución humana.


Sigamos conociendo gente. Sigamos.

Me gustan feos, by the way.

viernes, 8 de enero de 2010

Inexistentes.

"¿Crees que realmente existan así de guapotes?"

Lorena me preguntaba eso apenas anoche. Me contaba de su decepción amorosa; el novio le resultó con novia, una que no era ella.


No lloraba, pero sí estaba muy decepcionada y apenada de que el tipejo sólo la hubiera encandilado para acostarse con ella.


¡Fiuuu! Pensé. Yo nada más me he besuqueado con alguno que otro patancillo pero hasta ahí. De todos modos no dejas de sentirte mal cuando te mienten.


Ninguna de las dos llevábamos una relación cercana cuando cursábamos hace apenas unos ayeres la universidad. Yo sólo sabía que tenía un novio que me recordaba a algún jugador de fútbol y ya, no más.


Fue hasta que salimos de la escuela cuando nos volvimos mejores amigas gracias a otro amigo en común.


Desde ahí, hemos sido compañeras de dolores comunes y alegrías bastas.


Justo cuando me contaba de su experiencia poco amable, pasaban en la televisión un promocional de Grey's Anatomy. Ambas vemos ese canal y ambas vimos ese promo al mismo tiempo. Fue por eso que me preguntó si realmente existían hombres así de guapotes...


Siempre he sido fanática de las series, ahora ya son telenovelas estadounidenses, pero siguen causando en mí un efecto tranquilizador. Parece un oasis el ver hombres perfectos y hechos a la medida de lo que siempre hemos querido.


Mamá dice que no existen, Miñín me dice que sí pero no en los lugares que suelo frecuentar...
No importa. Me da risa cómo Lorena se malviaja pensando que hay un Shepperd esperándola en una cantina de la Condesa...

Yo no me pongo mal... Sólo siento que me dan calores cuando veo el cuerpecito de este doctorcito que bien podría curar mis males.



Aunque, bueno... mi tipo es como este...



¡Upa! Hora de regresar a la realidad... ¡Ya llegaron los de la oficina!

martes, 5 de enero de 2010

Una bicicleta, unos patines, un carrito, una bota...

Siempre me pareció acogedora.


La casa de la abuela Cata era mi prototipo de vivienda a futuro. Pero como era antes, con tejas de adobe, con olor a leña, con neblina fría, con aire fresco que obligaba siempre a andar como me gusta: bien abrigadita.


Justo en aquella casa, a mis nueve años, fue que tuve los regalos más bonitos hechos por mis Reyes Magos.


Recuerdo que vivíamos en un cuarto adaptado en el patio central de la casa. He olvidado el porqué decidimos mudarnos de nueva cuenta para allá. Mi hermano cursaba primero de primaria y yo cuarto; era la primera de dos veces en las que nos tocaría compartir escuela.


Teníamos unas literas. Mamá dormía abajo con papá y mi hermano tendría que fregarse a dormir conmigo arriba. Edades en las que pasábamos sólo peleando.


Aquella ocasión, mamá nos forzó a dormir. Yo no podía. Me daba miedo escuchar el tema central de "Los Polivoces", hasta la fecha lo escucho y me tapo los oídos. Ese programa lo sigo viendo por la risa que me provocan sus personajes, pero ¡ay nanita! el tema me espanta.


Miñín y yo corrimos presurosos a abrir nuestros regalos. Nunca me habían traído tantas cosas en una sola vuelta. Al pie del árbol que emergía de una gran maceta roja, que después fue blanca, estaba mi bicicleta roja, una que acaso utilicé dos veces. Mamá me había insistido tanto para que les pidiera una muñeca vestida de rosa montada en una pequeña bicicleta. "Anda pues mamá, anótale en la cartita una muñeca vestida de rosa montada en una pequeña bicicleta". Me la trajeron, casualmente.


Una caja grande me esperaba aún. Patines en línea, papá nunca quiso que sus niños carecieran de diversión y compraba lo que todos tenían; la diferencia era sólo la marca. Eran verde botella, tenían correas fiucsia y las llantas eran verde fosforescente.


Encontré una bolsa rojiblanca. Estaba llena de ropa para barbies. A su lado había un carro en el que podía meter a mi Ken y a mi muñeca. El auto traía detrás una cuatrimoto que a su vez tenía una tabla para surfear encima. Todo rosa. No entiendo porqué ahora no me gusta el rosa, pero sí, todo era rosa.


Y obviamente, mi bota de dulces. Mmmm, amo los chiclosos de tutsi.


Ese fue uno de los momentos que más recuerdo de estas fechas.


Otro fue cuando ya viviendo en otro departamento, nos escondieron los juguetes y nos hicieron llegar a ellos mediante papelitos con pistas para encontrarlos. Esa vez me regalaron una pelota gigante morada con mariposas amarillas. Salí a jugar con ella y a los cinco minutos regresé porque ya la había ponchado.


El último fue hace tres años. Sí, tenía 24 añitos y necia estaba con que quería un caballo de palo y unos boxeadores de madera. Uno de los reyes, el que sostiene a esta familia, mi familia, se la pasó toda la noche buscándolos. Entre juguete que usa batería y videojuegos, mi rey mago llegó ya de madrugada a casa para poner sobre mi tenis morado tornasolado, unas tablitas de colores de madera y unos boxeadores multicolor...


Aún sigo esperando mi caballo, pero contenta estoy sólo con mi bota...


Al fin que a los Reyes los tengo siempre en casa...


Chale, creo que quiero ir a la lucha libre.

lunes, 4 de enero de 2010

It's all happening!

No podía estar tanto tiempo alejada de esto...


Si bien el receso me sirvió para aclarar mi mente y hacer un repaso a mitad del año para saber qué era lo que estaba haciendo mal, sirvió también para darme cuenta que por más que hubiera querido regresar desde antes no hubiera sido justa con mi convicción.


Ya no me siento tan extraña a mí. No creo que sea el año nuevo, aunque si he de decir verdad, siempre he pensado que los años múltiplos de cinco, mi número favorito, son los buenos.


Ahora puedo contar que me estoy dando la oportunidad de saber todavía más de mí, de saber que no tengo límites, de saberme querida por alguien a quien apenas estoy conociendo y que no me siento presionada por nada.


Reconozco que mi anterior etapa fue tremendamente mala por factores que creía ajenos a mí pero que eran causa de mi comportamiento, de mi manera de pensar y ver las cosas.


Suelo platicar con papá... Bueno, él suele platicar conmigo, yo sólo contesto con monosílabos cuando comienza las pláticas filosóficas de lo que hago con mi vida... "Debes seguir como hasta ahora, auténtica". Así comenzó la charla primera del día primero del que tiene que ser el mejor año de nuestras vidas.


Y así seguiré, auténtica, groupie, sabrosa, inteligente, musical, dramática, futbolera, rockera, hippie, cambiante, pero siempre convencida de que así quiero ser.


¡He vuelto!